Durante la última década, liderada por sectores como la banca o la distribución, la economía mundial ha iniciado un emocionante viaje hacia la transformación digital de su actividad para adaptarse a las necesidades cambiantes de sus clientes.
La irrupción de nuevas herramientas tecnológicas y plataformas colaborativas ha permitido crear nuevos modelos de negocio disruptivos en muchos sectores que ofrecen nuevas maneras de trabajar, lo que obliga a las compañías a adaptarse, innovar y anticiparse para seguir adelante.
Todo el mundo conoce ya los casos de Airbnb, Uber, Cabify, Netflix o Amazon que han utilizado la tecnología para cambiar de manera revolucionaria sectores muy consolidados, y los casos de Kodak o Nokia que no han sabido seguir el ritmo del cambio y mantener su liderazgo. Quién nos hubiera dicho hace 10 años que el mayor centro de distribución del mundo tendría una sola tienda (Amazon) o que el mayor distribuidor de cine no tendría ni una sala de proyección (Netflix).
Sin embargo, en este mapa, un sector se resiste a abrazar un cambio inevitable. El mundo jurídico es por naturaleza muy conservador. Como lo observaba un inminente abogado recientemente “el derecho va, por antonomasia, después de los hechos y suele ser más reactivo que proactivo”.
Durante siglos, el mundo de la abogacía ha sido un universo ajeno al resto de la sociedad utilizando vocabulario y terminología propia que posicionaba a jueces y abogados en un universo paralelo, incomprensible para el común de los mortales. Algunos proveedores aprovecharon este contexto: quién no ha conocido ejemplos de despachos de renombre que han dejado a sus becarios llevar casos con poca supervisión y con alta tarificación horaria.
Hoy en día los clientes, acostumbrados a una cierta democratización, transparencia e inmediatez de la comunicación a través de las redes sociales, exigen a los despachos de abogados otro tipo de servicio más acorde con los tiempos. Según la encuesta “Law Firms in Transition” de la consultora Altman Weil realizada hace dos años a un conjunto de 800 firmas de abogados norteamericanas de más de 50 empleados, los clientes piden a sus Despachos:
- Claridad y cercanía en la comunicación
- Conocimiento actualizado
- Rapidez en los trámites y mayor disponibilidad
- Experiencia en los temas a tratar
- Resultados a precios razonables
La encuesta lo resume en “Clearer, Better, Faster, Cheaper”.
Para afrontar estos nuevos retos los despachos no tienen más remedio que transformarse, cambiar de mentalidad aprovechando las nuevas tecnologías para acelerar el proceso. El impulso es tal que se ha creado una nueva terminología “LegalTech” para acunar el uso de la tecnología y de softwares para ofrecer servicios jurídicos.
Según el “Law Firm Survey 2019” de la consultora PWC, la inversión en plataformas tecnológicas es de lejos el principal objetivo estratégico de los Despachos por delante de la mejora de la oferta de servicios.
Múltiples soluciones están hoy en día a disposición de los despachos para cumplir con los retos planteados por sus clientes. Entre ellas podemos mencionar:
- Plataformas documentales que permiten gestionar los documentos de clientes, tanto internamente como con los propios clientes externos.
- Aplicaciones móviles que permiten acceder a la información en cualquier sitio para poder así ser más rápido en la respuesta y más cercano con el cliente.
- Firma electrónica para poder firmar el gran volumen de documentos que manejan los despachos “sin papel”, acelerando así los procesos, respetando el medio ambiente y cumpliendo en cada momento con la normativa en vigor. Múltiples proveedores permiten ya cumplir a través de su solución con el Reglamento (UE) No 910/2014 (eIDAS) dando así plena validez legal a las firmas electrónicas. El siguiente paso será probablemente el uso de la tecnología Blockchain (ya en pruebas en varios sectores como la Banca) que permitirá tener todo control y trazabilidad de un documento sin posibilidad de alteración.
- Pero la que más va a impactar el cambio, según el estudio “Law Firm Survey 2019”, va a ser la entrada de la inteligencia artificial y el “machine learning” en el sector jurídico. A través de algoritmos, permitirá preparar documentación de procedimientos, redactar contratos o buscar jurisprudencia de manera semiautomática. Se completará con chatbot que permitirán dar respuestas automáticas a los casos más sencillos basándose en árboles de decisión para los casos más simples o en machine learning para los más complejos.
- La propia administración pública está digitalizando muchos de sus procesos para agilizar trámites. La experiencia resultante de la reciente pandemia de la COVID-19 acelerará aún más el proceso.
Por supuesto estos nuevos medios van a necesitar un cuidado especial sobre las medidas de ciberseguridad, para proteger en cada momento la confidencialidad de la información manejada para cada uno de sus clientes.
Con estas premisas, Atisa ha lanzado su Despacho jurídico Selier. Conserva la claridad de discurso, experiencia y la orientación al cliente que forma parte del ADN de Atisa e incorpora desde el inicio la tecnología jurídica para optimizar la rapidez de respuesta a sus clientes a través de portales dedicados que incorporan todas las medidas de seguridad.
En conclusión
La transformación digital ha llegado de lleno a los despachos con gran fuerza por el retraso que tenía el sector en su adopción. Es muy probable que el sector cambie más en los próximos 10 años que en el siglo pasado. Esta evolución es necesaria para seguir siendo competitivo y responder a las necesidades de los clientes: rapidez, experiencia, cercanía, costes. El reciente reto plantea- do por la pandemia de la COVID-19 ha demostrado que la tecnología es imprescindible para seguir adelante en cualquier sector de actividad.
En este contexto, los despachos no tienen más remedio que transformar sus colecciones de volúmenes Aranzadi en mero elemento decorativo y olvidarse de las pilas de expedientes en sus mesas para abrazar el mundo digital. La inteligencia artificial desempeñará un papel importante, aunque no se sabe hasta dónde puede llegar… ¿existirá un Alexa jurídico?