La economía circular gira en torno al concepto de «desecho» y tiene como objetivo cerrar el ciclo de vida de los productos. Esto se logra mediante su correcto reciclado o, aún mejor, al concederles un nuevo uso a través de su reparación, optimización o reutilización, ya sea para la misma función o transformándolos en otro producto. La esencia de la economía circular reside en su deseo de «cerrar el círculo», como su nombre lo indica.
Sin embargo, la economía circular no es un concepto aislado. Está intrínsecamente vinculada a tres grandes pilares: la economía, el medio ambiente y la sociedad. Estos elementos deben interactuar de manera armoniosa para que la economía circular tenga éxito. La Unión Europea ha reconocido esta interconexión y ha incorporado estos tres pilares en sus políticas de acción de economía circular. En 2015, la Unión Europea publicó un plan de acción de EC, y en 2020, estableció una definición legal de EC a nivel de la Unión.
En la línea de estas políticas, recientemente, como parte de las políticas de EC y en consonancia con los objetivos del Pacto Verde Europeo, la Comisión Europea ha aprobado una inversión de 90 millones de euros en 17 proyectos de investigación. Estos proyectos se centran en la restauración y protección de la salud del suelo para lograr una producción más sostenible y alimentos más saludables. Esta iniciativa demuestra el compromiso de la Unión Europea en la promoción de la economía circular y su potencial para crear un impacto positivo en múltiples sectores.
En los que respecta a nuestro país, por parte del Gobierno Central y de forma coordinada con las Administraciones publicas autonómicas y locales, se están adoptando medidas legislativas conectadas con la economía circular, tales como el Real Decreto de Envases y Residuos de Envases, RD 1055/2022, que supone una revisión integral de la normativa española en esta materia, alineada con los objetivos de la Unión Europea y que permitirá avanzar en la implantación de la EC a fin de alcanzar los nuevos objetivos de reciclado de envases para 2025 y 2030.
En concreto, este Real Decreto persigue impulsar la prevención en la producción de residuos de envases y su reutilización e igualmente, desarrolla el régimen de responsabilidad ampliada del productor para todos los envases y residuos de envases, de forma que los productores afectados asuman el coste total de la gestión de estos residuos y acuerda la creación de la sección de envases en el Registro de productores de Producto.
Además de las políticas y los proyectos de investigación, es fundamental fomentar y ejecutar buenas prácticas en EC a nivel individual y empresarial. A este respecto, aunque no existe un catálogo exhaustivo de buenas prácticas, podemos definirlas como aquellas acciones que buscan reducir y utilizar de manera más eficiente los recursos consumidos.
Una buena práctica en economía circular puede consistir en comprar productos duraderos, funcionales y que puedan repararse y reciclarse. Esta elección no solo beneficia al medio ambiente, sino que también ahorra dinero a largo plazo. Sin duda, sería una gran contribución al medio ambiente, si cada uno de nosotros pensara en cómo reutilizar un objeto antes de deshacerse de él.
Ejemplos de economía circular en la vida cotidiana son abundantes. Desde neumáticos de coches que, antes de ser reciclados, son utilizados para jugar por los niños en los recreos, hasta pallets de madera que se convierten en muebles de jardín o la recogida de latas y envases de nuestros océanos para su correcto reciclaje. Estas prácticas, demuestran cómo los productos y materiales pueden tener múltiples vidas útiles si se gestionan y reciclan de manera adecuada.
Todos estos ejemplos de EC nos llevan a reflexionar sobre el papel crucial que juega la EC en la adopción de prácticas sostenibles, donde el desperdicio se reduce al mínimo y los recursos se utilizan de manera eficiente. Esto implica aprender a comprar de manera responsable, reparar en lugar de reemplazar, reciclar de manera adecuada y motivar a las personas para que en su día a día, adopten medidas concretas.
A modo de conclusión podemos reseñar que la economía circular no es solo un concepto, sino una filosofía que promueve la sostenibilidad en todos los aspectos de la vida. Desde la forma en que producimos y consumimos hasta la manera en que gestionamos los recursos naturales.
Para lograr un cambio real y duradero, debemos adoptar buenas prácticas en EC en nuestra vida diaria. Es hora de cerrar el círculo y asumir las políticas de EC como una parte fundamental de nuestro día a día, lo cual nos llevará, sin duda, hacia un futuro muchas más sostenible.